Jirones de la Historia

Este es un blog dedicado a todas aquellas personas interesadas o amantes de episodios de nuestra Historia.


Alejandro Magno contra el Cínico


Uno altivo y otro sin ley,
así dos hablando estan.
Yo soy Alejandro el rey,
yo soy Diógene el Can.

Vengo a hacerte más horada tu vida de caracol.
A si, pues no me tapes el sol







lejandro





viernes, 22 de octubre de 2010

FERNANDO VII





















El príncipe Fernando nació en el Escorial el 14/10/1784 y murió en Madrid el 29/09/1833. Era el noveno de 14 hijos que tuvieron los reyes Carlos IV y Maria Luisa de Palma, aunque ocho de sus hermanos murieron antes de 1800.

Con la subida al Trono de su padre en 1788, fue proclamado por las Cortes Príncipe de Asturias en el acto celebrado en el monasterio de San Jerónimo el 23/09/1789.

Su formación fue encomendada al religioso Felipe Scío, hombre modesto, culto e inteligente, y que al ser nombrado obispo de Sigüenza, es sustituido por Francisco Javier Cabrera, que a su vez, obispo de Orihuela, le sustituye el canónigo Juan Escóiquiz, quien inculcó al príncipe feroz odio a su padres y a Godoy, haciendo de su carácter un ser frío, reservado e impasible a cualquier sentimiento.

En 1802 se casó con Maria Antonia de Nápoles, esposa que le tomó afecto y le hizo afirmar su personalidad, pero tras el fallecimiento de la princesa en 1806, Escóiquiz recuperó toda su influencia sobre Fernando, alentándole a las conspiraciones. Por la primera en 1807, fue descubierta por una delación, Fernando fue juzgado en el proceso del Escorial, donde el príncipe denunció a todos su colaboradores y pidió perdón a sus padres, y el tribunal en manos de partidarios de la conspiración absolvió a todos los implicados.

En marzo de 1808 y ante la presencia de tropas francesas en España, la Corte se trasladó a Aranjuez, como parte del plan de Godoy de llevar la familia real a América, si la intervención francesa lo requiriese, Pero el día 17, el pueblo, instigado por Fernando y sus partidarios, asaltó el palacio del príncipe de la paz, y aunque Carlos IV se las arregló para salvar la vida del favorito, fue obligado a abdicar a favor de su hijo el día 19. Hechos que se conocen como el Motín de Aranjuez y que constituyen, por segunda vez en España, el destronamiento de un rey por su propio hijo, tras la de Alfonso X por Sancho IV el Bravo.

Acto seguido, Napoleón propuso reunirse con el rey Fernando, a lo que este accedió con la esperanza de que el Emperador le respaldase como rey de España, y después de varias propuestas de reunión: Madrid, La Granja, Burgos, San Sebastián, Fernando acudió a Bayona el 20/4/1808, sin pensar que caía prisionero en un exilio francés de seis años, y a cuya reunión solicitaron, también, asistir los reyes padres, que llegaron escoltados por tropas francesas el 30/4/1808, pensando reunirse con su favorito y que Napoleón lo impidió para que no les aconsejase hasta que todo estuviese consumado.

Las Abdicaciones de Bayona adquirieron tintes grotescos. Maria Luisa de Palma, mujer de Carlos IV, pidió a Napoleón que fusilase a su hijo. Napoleón obligó a Carlos IV a cederle sus derechos al trono de España , a cambio de un asilo en Francia para él, su mujer y su favorito, así como una pensión de 30 millones de reales anuales. Este como ya había abdicado, consideró que no cedía nada.

 A Fernando VII le exigió la devolución del trono a su padre que él había adquirido por coacción del Motín de Aranjuez, y en compensación recibiría un castillo y una pensión anual de 4 millones de reales y que aceptó el 6/5/1808, ignorando que ya su padre había renunciado a favor de Bonaparte, y que por tanto los derechos a la corona de España recaían en Napoleón, que los otorgó a su hermano que reinaría como José I Bonaparte.

Pero mientras Fernando permanecía recluido en Valençay, en Madrid, el pueblo se levanta en armas y asume por su cuenta la resistencia contra la ocupación francesa, dando lugar a los hechos del 2/5/1808 y comienzo de la Guerra de la Independencia Española, y 11/5/1808 el Consejo de Castilla invalidó las abdicaciones de Bayona y proclamó rey “in absentia” a Fernando VII en Madrid, y las Cortes de Cádiz redactaron y aprobaron la primera Constitución Española, 1812, La Pepa. y declararon a Fernando VII legitimo rey de la Nación Española y no cuestionan en modo alguno la persona del monarca.

Pero la catastrófica campaña napoleónica en Rusia de 1913, permitió a las tropas aliadas derrotar y expulsar a los franceses del país. José Bonaparte abandonó Madrid y Napoleón se aprestó a la negociación, Tratado de Valençay, reconociendo como rey a Fernando VII que regresó a España en 1814 y recuperaba su trono y todos los territorios y súbditos nacionales y extranjeros, y a cambio se avenía a la paz con Francia, el desalojo de los británico, neutralidad en la guerra que quedaba y perdón para los afrancesados, que no cumplió.

No obstante, el mito del Deseado y el inmenso entusiasmo popular de principio, desaparece como por encanto, cuando Fernando VII se revela como un soberano absolutista, que no satisface los deseos de sus súbditos, que por él tanto se habían expuesto, y le consideran aquel ser frío, sin escrúpulos, vengativo y traicionero que se ampara en una camarilla de aduladores y orienta su política a su propia supervivencia, persiguiendo a los liberales y derogando la Constitución de Cádiz con el apoyo del general Elio que protagoniza el primer pronunciamiento militar de la historia de España.

Tras seis años de guerra y devastación del país y la Hacienda, los gobiernos fernandinos no logran restablecer la situación, y en 1820 una sublevación militar del general Riego y después toda una serie de sublevaciones, obligan a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812 con la histórica frase:”Marchemos francamente, y yo el primero por la senda constitucional. Así comienza el Trienio Liberal Constitucional que pone medidas contra el absolutismo, los señoríos y la inquisición, Pero el rey que aparentaba aceptar la constitucionalidad, conspiraba secretamente para restablecer el absolutismo que logra por una nueva invasión francesa de los Cien Mil Hijos de San Luis.

La ultima etapa de su reinado llamada Década Ominosa y que consolida el absolutismo, se caracteriza por una represión durísima, persiguiendo a los liberales, mucho de los cuales fueron ahorcados, como Riego, el famoso guerrillero Juan Martín el Empecinado y la granadina, defesora de la liberta, Mariana Pineda, a garrote vil, y otros muchisimos.

 Se restablecieron los antiguos privilegios y mayorazgos, se volvió a la organización gremial. Se anuló todo lo hecho en el Trienio Liberal. Al tiempo que si bien los colonos españoles de América, al principio se levantaron, junto a los demás españoles, contra la traición napoleónica, pronto cambiaron de actitud ante la incapacidad de Fernando VII de reaccionar ante el proceso de emancipación que permitió prácticamente y que consolidó la independencia de la mayor parte de los territorios americanos o Imperio Español que se esfumó.

Los años finales del reinado se complicaron con la cuestión sucesoria, pues el rey a pesar de haber contraído matrimonio en tres ocasiones, solo de su cuarta esposa, su sobrina, Maria Cristina de Nápoles, tuvo sucesivamente, dos hijas: Isabel y Luisa Fernanda Pero la reina, joven y bella, se captó pronto la voluntad de su esposo a fin de asegurar la corona a su hija Isabel, y consiguió que el rey publicara la Pragmática Sanción, acordada en 1789 por Carlos IV, la cual abolía la ley sálica que excluía del trono a las mujeres.

Con ello se restablecía la tradicional sucesión española establecida en Las Paridas que permitía reinar a las mujeres a falta de varones. Pero esto, a su vez, excluía al infante, Carlos Maria Isidro, que en aras de la vigencia de ley sálica, y apoyado por realistas exaltados se perfilaba como sucesor, y muerto Fernando VII, disputó el trono a sobrina Isabel II en una larga y sangrienta Guerra Carlista.

Fernando VII ha merecido de los historiadores un unánime juicio negativo, pasando a los anales de la historia de España como Rey Felón, que aparte de los adjetivos que ya arriba le prejuzgan, le consideran personaje abyecto, que siempre deja sus acciones y promesas en entredicho.

Sin embargo, la condición de prisionero de Napoleón creó el mito del Deseado, mientras Fernando, creyendo que nada se podía hacer frente al poderío francés , pretendió unir sus intereses a los de Bonaparte, y su humillación le llevó al punto de organizar una fastuosa fiesta con brindis, banquete, concierto, iluminación y Te Deum, con ocasión de la boda de Napoleón con Maria Luisa de Austria, y más aún, mantuvo una correspondencia servil con el Corso, y cuando este, ya en su destierro de Santa Helena, la reprodujo, para que todos y en especial los españoles vieran su actuación, se apresuró a agradecer a su Emperador, con desvergüenza, que hubiere hecho público el amor que le profesaba.

Y estos escritos del Corso nos dejan una semblanza elocuente de la ruin personalidad de este rey. Helas aquí: “No cesaba Fernando de pedirme una esposa de mi elección; me escribía espontáneamente siempre que yo conseguía alguna victoria; expidió proclamas a los españoles para que se sometiesen; me ofreció a su hermano don Carlos para mandar los regimientos que iban a Rusia, cosas que de ningún modo tenía precisión de hacer. En fin, me instó vivamente para que le dejase ir a mi Corte de París, y si yo no me presté a lo que hubiera llamado la atención de Europa, probando de esta manera toda la estabilidad de mi poder, fue porque la gravedad de las circunstancias me llamaban fuera del imperio y mis frecuentes ausencias de la capital no me proporcionaban ocasión”.

Hoy, la perspectiva histórica de aquellos acontecimientos, se enjuicia de forma contradictoria, pues la derrota francesa, de que, en principio, los españoles se ufanaban, conllevaba el absolutismo trasnochado o vuelta atrás, a las transformaciones socio-económicas y políticas que España y Europa necesitaba, y un hipotético triunfo napoleónico, hubiera supuesto los Estados Unidos de Europa con 200 años de antelación.

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